La Región de Murcia se encuentra enmarcada dentro del sureste de España, región caracterizada por su clima mediterráneo y gastronomía basada en la dieta con el mismo nombre, los cuáles atraen a cualquier persona del resto del mundo a experimentar una agradable pasantía en nuestro contexto nacional.
La dieta mediterránea ha sido ampliamente estudiada a lo largo de los años, relacionando los beneficios para la salud con la variedad de alimentos que la componen y la promoción de un estilo de vida activo.
Al ser la alimentación uno de los pilares fundamentales para mantener una vida saludable, es necesario seguir perpetuando, adaptando y actualizando aquellas prácticas que nos lleven a mantener este estado de bienestar. De hecho, como indican Hernández et al. (2022) en una revisión y actualización de la temática, el patrón alimentario mediterráneo no solo es un conjunto de alimentos, sino que incluye factores sociales y culturales que hacen que sea tomado como ejemplo de vida saludable con beneficios para la salud y el medio ambiente, considerándose un modelo dietético sostenible. Por lo tanto, se puede indicar que la gastronomía murciana contribuye en fuerte medida a este modelo de dieta que tantos beneficios y ventajas aporta a nuestro organismo.
Entre las diferentes opciones que tenemos dentro del contexto murciano se encuentran las recetas típicas, que son la temática de las que os hablaremos en esta publicación de nuestro blog.
La dieta murciana sigue los pasos de la dieta mediterránea, caracterizada por comidas a base de vegetales, con solo pequeñas cantidades de carne. Además, aporta porciones de granos enteros, frutas y verduras frescas, nueces y legumbres. También alimentos que contengan de forma natural cantidades altas de fibra, además de una consumición abultada de pescado y otros mariscos propios de la zona, caracterizada por su entorno costero donde hay una amplia actividad pesquera.
¿Qué bases definen a la dieta mediterránea?
Utilizar el aceite de oliva como principal grada de adición.
Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres, champiñones y frutos secos.
El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria.
Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados.
Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos.
La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas. Las carnes procesadas se ingieren en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos.
Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación.
La fruta fresca tendría que ser el postre habitual. Los dulces y pasteles deberían consumirse ocasionalmente.
El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas.
Realizar actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente.
La pirámide alimentaria de la dieta mediterránea
Por iniciativa de la Fundación Dieta Mediterránea, con la colaboración de un amplio grupo de expertos de diversas disciplinas, como la agricultura, la antropología, la nutrición y la sociología, y con el apoyo de diversos organismos internacionales, se creó un nuevo esquema interpretativo de la dieta mediterránea.
Esta pirámide alimentaria de nuevo cuño sigue el patrón de las pirámides clásicas tradicionales: por tanto, sitúa en la base los alimentos que deben sustentar la dieta y relega a las capas superiores, gráficamente más estrechas, los alimentos que deben consumirse con moderación. El elemento innovador se encuentra en la adición de indicaciones culturales y sociales, estrechamente vinculadas al estilo de vida mediterráneo, basadas en un concepto de dieta entendido en sentido amplio. Se trata de subrayar que no se trata sólo de elegir un alimento en lugar de otro, sino también de cómo se selecciona, se cocina y se consume. Además, la pirámide indica la composición y el número de raciones de las principales comidas.
Un estudio de Buckland et al. (2008) dice que, pese a que en su revisión sistemática de estudios sobre la dieta mediterránea es necesario unificar criterios en la definición del modelo de dieta mediterránea, esta previene el sobrepeso u obesidad, además de los mecanismos fisiológicos que influyen positivamente sobre la prevención en la ganancia de peso de forma no saludable.
La dieta mediterránea se diferencia de la gastronomía mediterránea en que es única de nuestra zona geográfica. Está presente en Chipre, Croacia, España, Grecia, Italia, Marruecos, Portugal y Francia.
Se le atribuyen propiedades saludables que se basan en la constatación de que, aunque en los países mediterráneos se consume más grasa que en los Estados Unidos, la incidencia de enfermedades cardiovasculares es mucho menor. Una de las causas podría ser el mayor consumo de productos ricos en ácidos grasos monoinsaturados, presentes en el aceite de oliva, el cuál reduce el nivel del colesterol en sangre. De esta forma se reduce el riesgo de enfermedades u accidentes como pueden ser la diabetes, la hipertensión, el infarto o un accidente cerebrovascular.
No es por ello por lo que deba de ser una dieta atribuida globalmente, debido a que depende de la agricultura y ganadería de cada zona. Aunque es cierto que en la actualidad el mundo está globalizado y cualquier producto podría llegar a cualquier parte del mundo, no por ello garantiza la calidad de los ingredientes y la comida resultante. Además, la difusión mundial de la dieta mediterránea es uno de los principales factores que están contribuyendo al creciente aumento de casos de enfermedad celíaca, sensibilidad al gluten no celíaca y otros trastornos relacionados con el gluten, debido al elevado consumo de alimentos que contienen gluten.
Es interesante poner estos resultados de la ingesta de dieta mediterránea en contraposición con los efectos claramente cardioprotectores, para analizar si en un último plano debe de ser una dieta implantada para la mayoría de las personas o aún tiene un amplio margen de mejora.
Por ello la dieta mediterránea, tal cual se planteó, nunca ha sido consumida tradicionalmente en ningún país mediterráneo, lo que no le impidió ser declarada en 2013 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Fue en una denominación conjunta de España, Grecia, Italia y Marruecos.
En el mismo año la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) acordó que la dieta mediterránea fuese inscrita como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en Chipre, Croacia y Portugal, tres años más tarde de aprobar este requisito para España, Grecia, Italia y Marruecos.
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