En España se celebra el primero de noviembre la festividad de Todos los Santos. Este día es festivo en todo el país, los comercios permanecen cerrados y la mayoría de los ciudadanos no van a la escuela.
La gente acude al cementerio a llevar flores a sus difuntos y aprovecha para limpiar las lápidas o nichos. Pero no en todos los países donde también se celebra este día, existe la misma tradición.
A finales del siglo III y principios del IV, los cristianos fueron perseguidos por el emperador Diocleciano. El número de mártires era tan grande que la Iglesia decidió escoger un día para una celebración común.
Así pues, en el siglo VII, el Papa Bonifacio III declaró la fiesta de todos los santos en el mes de mayo, el domingo antes de Pentecostés.
Un siglo después, otro Papa Gregorio III cambió el día para el 1 de noviembre, fecha que se mantiene hasta hoy. Además, consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en recuerdo de todos los mártires que murieron por el cristianismo.
Y finalmente, Gregorio IV extendió la celebración a toda la Iglesia, a mediados del siglo IX.
Toda tradición normalmente está ligada a una comida. Hoy en día, además de visitar los cementerios, existen unos dulces típicos asociados al Día de Todos los Santos:
– los buñuelos de viento, es un tipo de masa frita rellenos de chocolate, nata o crema. Cuenta la leyenda que cuando los comes, se salva un alma del Purgatorio.
– los huesos de santo, están hechos de mazapán con forma de tubo. No tienen forma de hueso pero al cocinarlos pero toman un color beige parecido al de los huesos. Tradicionalmente se rellenan de crema de huevo dulce aunque hoy en día también pueden ser de chocolate, mermelada, coco, plátano…
– los panellets, estos dulces son típicos de Cataluña y están hechos de almendras, patatas, azúcar y piñones. Normalmente la gente los acompaña con una botella de vino moscatel.
fuente: donquijote
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