Desconocemos el origen de las tapas, hay algunas teorías al respecto y en todas son los reyes los protagonistas pero no podemos saber si son leyendas o realmente estas pequeñas historias crearon las famosas tapas.
Desde luego, lo que sí sabemos es que a todos nos encantan y las podemos tomar en cualquier momento del día.
Hay diferentes versiones de transmisión oral sobre cuál es el origen de la tapa.
Una de las más conocidas la protagoniza el rey Alfonso X en la Edad Media.
En ella se cuenta que debido a una enfermedad que padeció, su médico le aconsejó tomar frecuentes sorbos de vino. Y el rey, para evitar los efectos del alcohol, tomaba pequeñas porciones de comida acompañando el vino.
Al mejorarse, ordenó que en los mesones de Castilla no se sirviese el vino sin que acompañase de una ración de comida; de esta forma se evitaba algún que otra borrachera.
Parecida es otra leyenda que cuenta cómo los Reyes Católicos, preocupados por los incidentes que tenían los carreteros al salir de las tabernas, obligaron a los taberneros a servir la copa de vino o la jarra de cerveza con una porción de comida, que normalmente era un plato de queso o jamón que tapaba la bebida.
Así los comensales debían terminar la comida para poder beber el alcohol.
Siguiendo con las historias de nuestros reyes, hay otro episodio en el que el rey Alfonso XIII cuando iba a su palacio, paró en una venta, el Ventorrillo del Chato.
Cuando pidió una copa de vino de Jerez, un remolino de viento entró en el local llenándolo todo de arena. Para evitarlo, un camarero lo cubrió con una loncha de jamón.
Cuando el rey fue a dar un sorbo, preguntó con sorpresa: «¿Qué es esto?». El mozo le contestó: «Perdone mi atrevimiento Majestad, le he puestouna tapa para que no entre arena en la copa».
Alfonso XIII se comió la loncha de jamón y pidió que se le sirviera otro Jerez, pero «con otra tapa igual». Desde entonces, todos imitaron al rey pidiendo lo mismo.
Y un último cuento popular nos dice que estas ricas tapas surgieron cuando los Reyes Católicos, yendo de visita a Cádiz, pararon en el camino desde la Isla de León (hoy en día San Fernando).
En la taberna en la que pararon, había un número exagerado de moscas. Por este motivo, Fernando II de Aragón pidió que, mediante una loncha de algún embutido que tuviese el tabernero, se tapase su vaso de vino. Así lo hizo el tabernero, cubriendo el vaso del monarca con un pedazo de queso, diciendo estas palabras: «Aquí tiene su tapa, majestad».
Esto se convirtió en poco tiempo en una costumbre en las tabernas españolas, sobre todo en verano, ya que el clima cálido atraía a las moscas.
fuente: elespañol
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